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THE OMAR HERALD

El costado más Ernesto

Historias del Che

Historias del Che

 

Por Miguel Catalá (*) 

 

 

"Teníamos una pequeña oficina, una maquina de escribir. 

El Che con una gran modestia, nos la pidió prestada para

hacer un trabajo. Era el comandante de la revolución en  

Las Villas y andaba pidiendo permiso".

                                                                     Dreke. (#)

 

Solo un hombre así puede trascender el tiempo.

 

Además esta la lucha antiimperialista que mientras no esté concluida nos remite a pensar ante a cada paso: ¿Cómo lo haría el Che?

Todos los que lucharon con él están impregnados de anécdotas como la de Dreke.

Basta con leer alguno de los libros que en la actualidad circulan para constatarlo. Pero mejor es llegarse a la isla de Cuba y dialogar con los viejos compañeros de lucha que hoy tienen el honor de oficiar de guardias en los monumentos o lugares históricos por donde avanzaba la gloriosa columna 8.

 

Allí se certifica el auténtico sentido de la voz que lo nombra "CHE" un término de la vida cotidiana de los argentinos. De todos los argentinos: también de los que analfabetos se manejan en su jerga con apenas un centenar de vocablos en su mayoría remitidos a cosas. Y eso por causa de que aquí en el sur todavía no hicimos la revolución.

"CHE" un termino que trascendió las fronteras del voceo rioplatense para instalarse en todo el mundo en clave heroica, encarnado ni mas ni menos por el médico revolucionario cubano de orígen argentino y subir a la sierra, gobernar Cuba, luchar en África y perpetuarse en la hermana luchadora Bolivia.

 

"CHE" dicho ya como Che en los labios de un viejo negro bembon suena amor.

 El negro bembon de setenta años y ojeras rugosas por debajo de los anteojos es el centinela del Che de dieciocho metros que mira a occidente en la plaza de Santa Clara ("Cuando toda Santa Clara se despierta para verte" .Estamos?) y con un orgullo infinito dice: "Ahora me toca estar aquí, cuidándolo. Yo combatí con él así que como no me va a gustar cuidarlo"

Trascender el tiempo es hacer la revolución. Y es entonces estar presente. No hay dudas.

Hacer la revolución también fue convertir en escuelas los cuarteles de Batista.

En la entrada de la Ciudad Educativa Libertad (ex cuartel central de Batista en La Habanna) hay un negro viejo y flaco, camina con cadencia y lleva música en sus manos, su voz es suave y un tanto acongojada: "Yo entre aquí con ellos dice"  y enseguida su profunda humildad deja a la primera persona de lado para continuar "Por ese portón allí donde estás tu parao, por allí entraron Camilo y El Che. ¿Entramos?

(#) Victor Dreke. Testimonio en "El año en que estuvimos en ninguna parte"

(*) Miguel Catalá es poeta, escritor y docente argentino. Es autor de "16 poemas de amor y visiones cotidianas", "Sentires pueblerinos", "Dividir el laitifundio, multiplicar la dignidad", y "Arraigo, el desafío permanente".