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THE OMAR HERALD

Bolivia

Una Bolivia en combate permanente contra el capitalismo

Una Bolivia en combate permanente contra el capitalismo


Por Pedro de la Hoz (*)

LA PAZ, Bolivia.— El hombre que está frente a mí esta mañana de enero cuenta que en 1971, cuando tenía catorce años, en el ayllu (demarcación campesina indígena) donde creció, hubo una persistente sequía.

"En la familia tan solo teníamos un saco de maíz. No nos faltaba la carne de llama y oveja pero era la única cosa de comer que quedaba. Mi padre decidió sacarme de la escuela y me fui con él y con cincuenta llamas a buscar más maíz a otro lado del país. Viajamos siempre a pie durante una semana desde nuestra tierra, Orinoca, hacia Oruro y de allá, otra semana más, caminando hacia la región del valle. Un día llegamos a la carretera de Oruro a Cochabamba y cuando cruzábamos, pasó un autobús desde el cual los pasajeros tiraban peladuras de naranja por la ventana. Nosotros las recogimos y las comimos. A nuestra región llegaba una naranja al año y los tres hermanos nos la disputábamos. Desde entonces, mi gran deseo fue poder viajar un día en aquellos autobuses, lanzando peladuras de naranja por la ventana."

El testimonio revela tanto el origen como la sensibilidad de quien de manera oficial este 22 de enero tomará nuevamente posesión como primer mandatario de su país.

En el 2005 ganó con un 53,7% las elecciones generales y se convirtió en el primer indígena en encabezar un gobierno en la nación sudamericana. Cuatro años después, y luego de haber librado ingentes batallas por la dignificación de los suyos y vencer ataques injerencistas, divisionistas, desestabilizadores y hasta un plan terrorista urdido por la oligarquía y el imperialismo norteamericano, obtuvo en las urnas el pasado 6 de diciembre el respaldo del 64,22% de los electores, que lo validan para el mandato presidencial 2010-2015.

Evo nos recibe en el Palacio Quemado, sede del Ejecutivo en pleno centro de La Paz, frente a la Plaza Murillo. Como es habitual, viste una chompa e irradia sencillez en el trato. Tiene ante sí una agenda cargada de compromisos y debe despachar asuntos urgentes, pero siempre se las ha arreglado para satisfacer las exigencias de un breve cuestionario.

¿Cómo interpreta la amplísima votación recibida por usted y los candidatos del Movimiento al Socialismo- Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos en las elecciones del 6 de diciembre?

Ganamos con el 64,22% del sufragio, pero si fuera permitido que votaran los niños, estoy seguro que un 75 u 80% de la población nos hubiera respaldado. Solo están en contra pequeños grupos de oligarcas, de terratenientes que aún existen, de gamonales, que no quieren a su pueblo ni a su patria. Y solo quieren la patria para aprovecharse de ella. Si se acercan al pueblo es para explotarlo.

Este proceso se ha dado con mucha fuerza, pese a las dificultades que hemos tenido para socializar las ideas por la falta de acceso a los medios de comunicación. Pero más temprano que tarde, el pueblo boliviano ha aprendido a expresarse y a manifestar su verdad democráticamente, de manera legítima y con mucho sentimiento humano, con mucha conciencia social. A eso se debe el triunfo.

Desde el 2005 hasta estas elecciones, esa demostración de la voluntad popular no ha dejado de ir en ascenso. Es como una locomotora. Y esa es la calidad de los principios de este movimiento político de liberación, de reivindicación, pero también de cuestionamiento a un modelo que hace tanto daño a la humanidad. Nuestra orientación ideológica defiende la vida, defiende a la Madre Tierra. Por tanto es un movimiento político del pueblo pensado primero para resistir y luego derrotar al capitalismo.

Lo dijimos clarito en la campaña. Somos sinceros. No por captar votos vamos a hacer concesiones de principios. No tenemos que comprar votos como hacen otros partidos. Ese mensaje contra el capitalismo lo proclamamos y el voto de más del 64% fue por un proyecto anticapitalista.

¿El respaldo es solo cuantitativo o tiene también un componente cualitativo?

Los que votaron a nuestro favor lo hicieron a conciencia de que promovemos dignidad, una ética en el gobierno, un compromiso de lucha contra la pobreza y la exclusión. Votaron sabiendo que nos pronunciamos contra la injerencia del imperialismo. Y claro que votaron por la unidad de Bolivia, esa que trataron de dañar ciertos elementos separatistas que llegaron incluso a urdir un plan terrorista para atentar contra la vida.

Los que votaron a nuestro favor lo hicieron también por la honestidad y la transparencia.

¿Qué siente usted cuando somete sus ideas y proyectos al escrutinio popular?

Creo en la democracia participativa. Quienes creemos en ese concepto de democracia, que nada tiene que ver con las prácticas de los neoliberales ni con la demagogia, no tenemos miedo a exponer nuestras ideas. Allá otros que sí le tienen miedo a los cambios que estamos generando desde el gobierno, cambios respaldados por la mayoría de los bolivianos.

¿Pulsó nuevos sentimientos entre la gente durante la campaña?

He recorrido todo el país varias veces a lo largo del primer mandato. Por tanto no fue algo nuevo hacerlo durante la campaña. Lo que sí resultó muy estimulante para mí fue verificar cómo nuestro mensaje se ha extendido en lugares tradicionalmente manipulados por la oligarquía; cómo los jóvenes, las mujeres, los profesionales de la clase media, nos han aceptado como la única alternativa válida para desarrollar el país y construir una sociedad inclusiva, con verdaderas oportunidades para todos. Porque en nuestro programa se han tomado en cuenta todas las propuestas posibles.

¿En qué medida la nueva etapa de gobierno profundizará la transformación del país?

Primero quiero recordar lo que me ocurrió hace unos años. En una oportunidad, aunque iba de paso, no me dejaron entrar a un hotel en Sapahaqui, a 57 km de La Paz. Cuando me explicaron las razones, resultó que en ese momento se efectuaba allí una reunión en la que el entonces candidato presidencial Gonzalo Sánchez de Lozada escuchaba a un grupo de asesores norteamericanos para elaborar su programa de gobierno. Como ves, antes los gobiernos neoliberales escuchaban recomendaciones de asesores extranjeros para elaborar sus programas, mientras que hoy recogemos las reivindicaciones y sugerencias del pueblo en todas las regiones para construir una propuesta que fortalezca un proceso de cambio que beneficie a todos los bolivianos y no a sectores privilegiados. Contamos con una nueva Constitución Política, aprobada por referendo popular en enero del año pasado. La Asamblea Legislativa Plurinacional tiene ante sí, como tareas impostergables, la aprobación de leyes que inspiradas en esa Carta Magna allanen el camino de nuestro proceso.

¿Cree más que nunca en la fortaleza del Instrumento Político?

En su origen el MAS partió de uno de los sectores más abandonados, más despreciados, más vilipendiados, como lo es el campesino indígena. En realidad lo que fundamos en 1995 fue el Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos, pero como había que legalizar el movimiento, tomamos las siglas de un partido pequeño que ya estaba formalizado en el registro electoral. Ese nuevo movimiento propone un nuevo país, con nuevos predicamentos políticos e ideológicos, un nuevo programa de gobierno y también con nuevos actores, los movimientos sociales.

Buscamos un nuevo modelo de país, con dignidad, con igualdad, con humanismo, con unidad, con solidaridad, con reciprocidad, y sobre todo con complementaridad. Y eso lo han ido entendiendo y apoyando cada vez más sectores de la sociedad boliviana.

¿Le tomó por sorpresa el dominio de los dos tercios de los curules en la nueva Asamblea Legislativa Plurinacional?

Yo sabía que íbamos a conquistar los dos tercios de la Asamblea. Si esta mesa en la que conversamos tuviera boca, hablaría de los cálculos que aquí mismo hicimos. Con los diputados, no debía haber problemas para garantizar la amplia mayoría. Pero al dar seguimiento a la posibilidad de tener esos dos tercios en el Senado, nos dimos cuenta con semanas de antelación que podíamos obtener entre 24 escaños en el peor de los casos, y en el mejor 28. Al final, la realidad promedió esas estimaciones y conquistamos 26.

¿Cómo sueña a la Bolivia de la próxima década?

Bolivia no tendría que ser vista en lo adelante como el último o penúltimo país de Sudamérica. Una Bolivia donde los derechos humanos sean respetados por el Estado Plurinacional. Que garantice al ciudadano vivienda, educación, salud, agua, energía, derechos humanos. Y algo tan sagrado como la alimentación. Luchamos por la soberanía alimentaria.

Una Bolivia en combate permanente contra el capitalismo. Será una lucha larga a mediano o largo plazo, pero siento que estamos muy bien posicionados junto a otros países donde se gestan procesos de emancipación.

El resultado de las elecciones nos obliga a redoblar responsabilidades, para atender demandas, pero también para corresponder a ese sentimiento liberador de nuestro pueblo.

 

(*) tomado de Granma

Bolivia nacionaliza empresas estratégicas

Bolivia nacionaliza empresas estratégicas

El presidente de Bolivia, Evo Morales, indicó este martes que con la nacionalización de empresas estratégicas el Estado recuperó el control administrativo, lo cual genera importantes ingresos para programas de desarrollo económico y social.

“Los proyectos sociales impulsados por el Gobierno no gozan de aceptación por grupos de poder económico, como los latifundistas, quienes se adjudicaron extensas áreas por favores de administraciones dictatoriales y neoliberales del pasado”, indicó este martes el jefe de Estado boliviano.

De acuerdo con Prensa Latina, el Mandatario asistió a un multitudinario acto celebrado en el campo minero de Colquiri en La Paz, donde cooperativistas proclamaron al binomio Morales-Álvaro García como presidente y vicepresidente, de cara a las elecciones generales de diciembre próximo.

Asimismo, Evo Morales se refirió al rechazo del Ejecutivo a la política de privatización de los servicios básicos, como el agua y las comunicaciones, al referir que deben estar bajo la administración estatal y no ser objeto de obtención de ganancias.

Destacó que por primera vez en la historia del país las cooperativas mineras son reconocidas por la nueva Constitución Política del Estado (CPE).

“Si me dan la oportunidad de estar una vez más como Presidente de Bolivia tengan por seguro que, como siempre, mi compromiso será con el pueblo, sin ningún interés personal”, dijo.

Manifestó que esa es una demostración del poder y de la conciencia del pueblo, lo que debe demostrarse nuevamente en los comicios de fin de año con un triunfo en las urnas.

El 06 de diciembre próximo los bolivianos elegirán en las urnas al Presidente y al Vicepresidente del país, así como a los 166 miembros de la Asamblea Legislativa Plurinacional, nombre que adoptará el Congreso bicameral en 2010.

En esa misma fecha, las regiones de La Paz, Oruro, Cochabamba, Potosí, Chuquisaca y Gran Chaco, así como una decena de municipios indígenas decidirán sobre su estatus autonómico.

 

(*) tomado de viejoblues.com

 

700 mil mujeres bolivianas dejan de ser analfabetas

700 mil mujeres bolivianas dejan de ser analfabetas

Ocho de cada diez personas alfabetizadas con el programa gubernamental "Yo sí puedo", son mujeres

 

Por Helen Alvarez Virreira (*)

 

 

Teresa Ledesma Colque tiene 45 años y hasta hace poco más de un año formaba parte del 13,8 por ciento de la población boliviana que no sabía leer ni escribir. Pero ahora sabe, así como miles de mujeres más, ya que en Bolivia el analfabetismo tenía "rostro de mujer".

 

Según datos oficiales del Plan Nacional de Alfabetización (PNA), que llevó adelante el programa gubernamental "Yo sí puedo", ocho de cada 10 personas alfabetizadas son mujeres y, en su mayoría, tienen entre 35 y 50 años.

 

Las historias de ellas son similares, muchas ni siquiera ingresaron a la escuela y otras tuvieron que dejarla a muy temprana edad para ayudar a su familia. Teresa Ledesma nunca asistió a un establecimiento escolar y sus padres tampoco.

 

Viuda y con cuatro hijos, se gana la vida trabajando como cocinera en un restaurante en Sabaya, una localidad del departamento de Oruro; su hijo mayor la ayudó a criar a los tres pequeños lavando autos.

 

Nunca dejó de sentir remordimientos por haber sacado a su hijo Juan Carlos de la escuela, cuando éste apenas estaba en el primer curso de primaria. Recién pudo restañar heridas al asistir juntos a los talleres de alfabetización y ambos aprendieron a leer y escribir.

 

Vergüenza y frustración

 

Desde marzo de 2006, cuando se puso en marcha el "Yo sí puedo", 819.417 personas fueron alfabetizadas en 326 municipios del país, sólo falta uno en el departamento de Tarija para cubrir todo el país. Es decir, que unas 700.000 mujeres ya saben leer y escribir.

Es por eso que el gobierno se prepara para declarar a Bolivia libre de analfabetismo el 20 de diciembre, aunque aún queda un cuatro por ciento de personas que no saben leer ni escribir, porcentaje que está dentro del rango internacional. El coordinador general del PNA, Pablo Quisbert, estima que de ese porcentaje la mayoría también son mujeres.

 

Los testimonios de la gente, recogidos por las y los facilitadores, reflejan sentimientos de frustración y vergüenza. Las mujeres, especialmente, lamentaban no poder ayudar a sus hijos e hijas con las tareas escolares.

 

Victoria Condori tiene 43 años y cinco hijos en la escuela. "Cuando me mandaban de la escuela citaciones para las reuniones, tenía que volver para que la profesora me leyera lo que decía en el papel, porque muchas veces mis hijos no querían que fuera a la reunión… Ahora ya no me pueden engañar, yo leo las citaciones y les reviso sus tareas".

 

Pero también hay otros casos, como el de Gregoria Gutiérrez, de 49 años. Su hija fue a trabajar a España y le dejó a su pequeño de dos años. "Cuando se enfermaba iba al hospital, me daban recetas; por mi trabajo y las cosas que tenía que hacer. Me olvidaba lo que la enfermera me ha indicado, tenía que ir al vecino para que me leyera y me indicara para darle sus medicinas a mi nieto".

 

"Ahora ya se leer cualquier receta y puedo atender a mi nietito sin molestar a mis vecinos", afirma.

 

Discriminación y machismo

 

El papá de Máxima Cepita les decía a sus 13 hijos que sólo necesitaban saber cultivar y pastorear llamas y ovejas; por eso ella no asistió a la escuela y se casó a los 14 años. La familia de su marido, y él mismo, la discriminaban porque no sabía leer ni escribir y no podía ayudar con el negocio de venta de carne que tenían.

 

Pese a que su esposo la menospreciaba por ser iletrada, ella asistió a los cursos de alfabetización con mucho miedo por la reacción que éste pudiese tener. Y es que el machismo fue uno de los obstáculos que enfrentó el PNA.

 

Quisbert cuenta que, por ejemplo, en el departamento de Potosí, hubo mineros que trataron de impedir que sus esposas asistieran a los cursos de alfabetización por razones sociológicas y culturales, y porque eso implicaba mayor libertad para las mujeres. "El analfabetismo en Bolivia tiene rostro de mujer", sostiene.

 

No obstante, el funcionario está contento con los resultados, pues acerca al país a las Metas del Milenio. Bolivia está entre las ocho naciones de América Latina que pueden lograr la meta de alfabetización de adultos (97 por ciento o más) hasta 2015 y ya ha conseguido la paridad de sexos en la educación primaria y secundaria.

 

El municipio de Tolata, en el departamento de Cochabamba, fue el primero en recibir la nominación de "libre de analfabetismo", el 26 de marzo de 2007.

 

Trabajo conjunto

 

El Coordinador del PNA, en entrevista con SEMlac, destacó varios aspectos del trabajo que vienen desempeñando, desde principios de 2006, entre ellos la voluntad política para llevar adelante la alfabetización como una iniciativa gubernamental, algo que no ocurría desde hace unos 30 años.

 

Sin embargo, no desconoce que el trabajo de otras instituciones como Naciones Unidas y las iglesias católica y evangélica, entre otras, contribuyó a bajar la tasa de analfabetismo al 13,8 por ciento, que se registró en el Censo de Población y Vivienda de 2001. Incluso, algunas iniciativas particulares han seguido ejecutándose de forma simultánea con el "Yo sí puedo".

 

Por otro lado, la resistencia inicial al programa, por discrepancias políticas e ideológicas, y los cuestionamientos al método, de origen cubano, fueron superados cuando se comenzaron a ver los resultados.

 

Quisbert menciona especialmente a los alcaldes opositores al gobierno de Evo Morales, como el de San Matías, en el departamento de Santa Cruz, que también se comprometieron con el proceso, pues entendieron que beneficiaba a su municipio. San Matías fue declarado libre de analfabetismo el 23 de mayo de 2008.

 

Para explicar el por qué de la elección del método, Quisbert indica que el programa "Yo sí puedo" es una iniciativa trinacional, entre Bolivia, Cuba y Venezuela. Sin embargo, cubanos y venezolanos, que no llegan a los 200, no alfabetizaron directamente, sino que capacitaron a las personas voluntarias, lo cual redujo las desconfianzas.

 

Entre personal docente, estudiantes, militares, dirigentes sindicales y otros, 51.409 personas en todo el país enseñaron a leer y escribir. El haber recurrido a la gente de las mismas localidades permitió reducir los costos a unos 30 dólares por persona.

 

La tarea pendiente

 

La alfabetización en idiomas nativos es un trabajo pendiente. Sin embargo, experiencias anteriores mostraron que las personas que los hablan aprenden a leer en lenguas originarias, pero no a escribir. Esto ocurría, dice Quisbert, porque la gente las utiliza "como vehículos de comunicación oral".

 

También queda pendiente impulsar los mecanismos que permitan el acceso de la gente a todo tipo de publicaciones, como una red de bibliotecas municipales, aunque eso trasciende de las competencias del PNA.

 

Lo que ya está previsto es una segunda fase del programa, que se denominará "Yo sí puedo seguir", cuyo objetivo es que las personas concluyan el ciclo primario. El proceso de enseñanza incluirá ciencias naturales, lenguaje, historia, prevención de riesgos y enfermedades, educación para la producción, entre otras materias.

 

Albina Checa siempre quiso aprender y no perdió esas ganas en los 70 años que tiene. "Cuando salía a alguna parte caminaba sin ver nada, sabía donde era la panadería, tenía letrero, pero yo no leía, porque conocía el lugar, por eso llegaba. Tantas veces he deseado aprender y ahora vamos a seguir estudiando para saber cada día más", señala.

 

(*) Tomado de Rebelión.org

Y, ahora, ¿son dos tercios democracia?

Y, ahora, ¿son dos tercios democracia?

 

Por Alberto Montero Soler (*)

 

La pregunta que da título a este artículo no es meramente retórica, aunque pudiera parecerlo. Tiene todo su sentido y una carga de mala intención que, desde ya, reconozco y asumo.

Me explico. Para quienes no estén familiarizados con la realidad política boliviana de los dos últimos años, ese título reproduce, en términos interrogativos, las pintadas que durante el proceso de aprobación del reglamento de la Asamblea Constituyente aparecieron en muchas paredes de la ciudad de Sucre. En ellas, sus autores sintetizaban, en forma de eslogan, una de las trampas de de los grupos de oposición contra el proceso de transformación política del país que se pretendía vehicular a través de la referida Asamblea.

Así, descreídos de la utilidad de la misma, pero temerosos de abandonarla, enrocados en sus posiciones conservadoras y la defensa de sus privilegios dichos grupos trataron de hacer todo lo posible, a lo largo del proceso constituyente, por paralizarlo, por enredarlo, por convertir su posición minoritaria dentro de la Asamblea en argumento para bloquear toda iniciativa promovida desde los grupos mayoritarios, con el MAS a la cabeza.

Esa actitud, fomentada por la excesiva permisividad con la que el MAS facilitaba la discusión y puesta en entredicho de cuestiones democráticas básicas, alcanzó su punto álgido cuando se permitió que se pusiera en duda el criterio de la mayoría simple para la aprobación del proyecto de texto constitucional por parte de los constituyentes antes de someterlo a referendo popular. Es ahí cuando los representantes de los partidos políticos tradicionales reclamaron una regla de aprobación democrática reforzada y exigieron que la aprobación del proyecto constitucional debía hacerse por voto afirmativo de dos tercios de los constituyentes: dos tercios era democracia y mayoría simple no.

En su opinión, no bastaba con que la mayoría de los representantes de la población del país votaran a favor del proyecto, sino que la preservación del interés de las minorías exigía de una cláusula de refuerzo que se traducía, por aquel entonces, en la aprobación por parte de los dos tercios de los constituyentes, tal y como finalmente se aprobó.

Hay quienes piensan –entre quienes me cuento- que allí comenzó a fraguarse gran parte de la ofensiva en contra de la Asamblea Constituyente que desde entonces emprendió la derecha boliviana en sus diferentes versiones, desde la presuntamente civilizada derecha nacional encarnada en PODEMOS hasta la visceral y racista derecha regional personalizada en comités cívicos y otras agrupaciones cuyos nombres constituyen la antítesis exacta de sus comportamientos públicos.

Sea como fuere, y a pesar de los pesares, una cosa pareciera que allí quedaba clara para todos: en Bolivia, dos tercios era democracia.

Ahora, más de una semana después de la celebración del referendo revocatorio que sometía tanto el cargo del presidente y vicepresidente de la República como el de los prefectos de ocho de los nueve departamentos del país a votación popular para refrendar su mandato o ser revocados de su cargo, los criterios han vuelto a ponerse en entredicho.

Tal es así que, a pesar de que el presidente Morales ha sido ratificado en su cargo por más del 67% de la población, el referendo revocatorio no ha aportado ni un ápice de claridad política al país.

Aunque quizá esa apreciación merece ser matizada por cuanto el referendo sí ha dejado completamente fuera de juego a uno de los agentes en liza (bien es cierto que era el más débil de todos ellos). Así, el ex presidente y dirigente de PODEMOS, Tuto Quiroga, que intentó con la aquiescencia de la embajada estadounidense recomponer su figura de líder de la oposición y eclipsar el poder emergente de la oposición regional dando luz verde en el Senado a la convocatoria del referendo revocatorio recién celebrado, se encuentra ahora con que la jugada le ha salido por la culata y su muerte política está más que sentenciada, al tiempo que su partido se descompone a ritmo acelerado.

Sin embargo, esta baja política es menor, por cuanto el juego de poder en Bolivia durante los últimos meses tiene como tablero de contienda el escenario regional más que el estrictamente nacional. Se trata, así, de un conflicto con precisos contornos físicos y que se dirime en una lucha donde los gestos, aunque pudieran parecer simbólicos (como impedir que en la semana previa al referendo el presidente de la República pudiera llegar a pisar esos territorios), suponen un cuestionamiento tan básico del principio de autoridad que no debieran  permitirse bajo ningún concepto.

En ese escenario, el referendo no ha hecho sino enquistar aún más las posiciones de los prefectos departamentales, quienes han retornado a la situación de fuerza en la que se encontraban tras los referendos autonómicos ilegales del pasado mes de mayo.

Los prefectos díscolos no entienden ahora que dos tercios de la población ha confirmado al presidente Morales en su cargo y que ninguno de ellos ha sido ratificado en sus respectivos departamentos por un porcentaje tan elevado como el conseguido a nivel nacional por el presidente.

La lectura que hacen, por el contrario, es que sus porcentajes de aprobación en sus departamentos son superiores a los del presidente y de ello infieren, en consecuencia, que se encuentran legitimados en el plano local para proseguir con su proyecto rupturista e insolidario.

Una situación que, valga el excurso, se hubiera podido solucionar muy fácilmente si se hubiera previsto el establecimiento de una circunscripción única para el caso del presidente y vicepresidente de la República. De esa forma se hubiera evitado que se conocieran los porcentajes departamentales de votación para dichas figuras y, con ello, la lectura sesgada que actualmente están realizando los prefectos.

En cualquier caso, y ya a toro pasado, no caben los lamentos por lo que se podía haber solucionado de una forma que hubiera evitado dar argumentos fáciles a la oposición. Lo que hay que enfrentar ahora es cómo gestionar los resultados de ese referendo que, en principio, pudieran parecer favorables (tanto por el porcentaje de aprobación popular para la gestión gubernamental como porque han sido revocados dos prefectos de oposición: los de La Paz y Cochabamba) pero que, como los acontecimientos rápidamente se encargan de matizar, llevan visos de profundizar el conflicto.

En efecto, a los pocos días el gobierno de su victoria ha vuelto a convocar a los prefectos a la negociación y, éstos, no sólo se han levantado de la mesa sino que han convocado una huelga general en sus respectivos departamentos en un claro intento de reforzar sus posiciones y tensar la negociación.

Cuando todo apuntaba a que con esos resultados tan favorables el gobierno podría destrabar definitivamente el referendo constitucional y proceder a someter el proyecto de Nueva Constitución Política del Estado al pueblo, los hechos muestran que se tendrán que seguir gestionando las urgencias del día a día impuestas por la ofensiva opositora que se encarga, hábilmente, de mantener el conflicto en la agenda gubernamental e impide que se cree el clima de estabilidad mínimo y necesario para convocar el referido referendo.

Ante esa situación el gobierno podría rehuir sine die la resolución del conflicto pensando que en la convocatoria del referendo constitucional y en la aprobación del texto se encontraría la solución. Sin embargo, eso sería pecar de iluso, ya que en Bolivia no habrá paz hasta que una de las partes imponga a la otra su proyecto de país, dado que difícilmente puede caber la conciliación entre posiciones tan enfrentadas.

En esa tesitura, la voluntad conciliadora del gobierno está siendo interpretada como un signo de debilidad, como si más allá del respaldo popular existieran fuerzas ocultas que le impidieran aplicar decididamente el principio de autoridad y, con él, avanzar por fin en la construcción de un proyecto de país que avalan dos de cada tres bolivianos.

Así que, como rezaba uno de los eslóganes de la campaña presidencial del MAS, “ahora es cuando” dar ese golpe de timón definitivo y recordarle a la oposición que, como ellos reclamaban, dos tercios es más que democracia. De lo contrario, se corre el riesgo de perder una oportunidad histórica que, dudo yo, Bolivia pueda permitirse desaprovechar.

(*) Tomado de rebelión.org. Alberto Montero es profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga. Puedes ver otros textos suyos en su blog La Otra Economía.

 

Bolivia: Grave fractura

Bolivia: Grave fractura

Por Rodrigo Montoya Rojas (*)

 

¿Sabían ustedes lectoras y lectores que la primera constitución de Bolivia (1825) fue redactada por Bolívar y sus amigos en Lima, antes de haber puesto un pie en el territorio de lo que entonces se llamaba “Alto Perú”? Prácticamente en todos los países de América Latina, quienes hicieron las constituciones fueron los criollos descendientes de españoles y portugueses. En países como Ecuador, Bolivia y Perú, no fueron invitados al banquete los llamados indios que representaban cuatro quintas o tres cuartas partes de la población. Por esta exclusión de principio nacieron los estados naciones con un estado, una nación, una lengua, una religión, ignorando por completo a los habitantes originarios. Tampoco los pueblos indígenas estuvieron en condiciones de exigir una invitación ni de presentarse al banquete republicano porque a la derrota de la primera revolución nacional indígena dirigida por Túpac Amaru y Túpaq Katari, en 1781, le siguió el exterminio de cada uno de los miembros de las familias de ambos líderes y la liquidación de todos los indígenas que habían aprendido a leer y a escribir y que podrían haber seguido su ejemplo.

Cuando Evo Morales fue candidato a la presidencia de Bolivia, los pueblos indígenas y la multitud urbana organizada le dijeron, desde El Alto: si el Movimiento al Socialismo, MAS, no nacionaliza los hidrocarburos y si no convoca a una Asamblea Constituyente te retiraremos el apoyo y exigiremos en las calles que abandones la presidencia como lo hicimos antes con los presidentes González de Lozada y Meza. Una vez elegido presidente, Evo Morales cumplió su compromiso. Logró que el Estado boliviano reciba el 82% de lo producido por las grandes empresas y que éstas se conformen con el 18 % restante. Invirtió las proporciones porque antes de su gobierno las empresas multinacionales se llevaban el 82 % y al Estado le quedaba solo el 18 %. Por esa osadía política los neoliberales que controlan gran parte de los medios de comunicación en el continente anunciaron la inminente catástrofe y desaparición de Bolivia. Por su lado, los dueños de Santa Cruz y el oriente boliviano amenazaron con dividir el país. Luego de la nacionalización de los hidrocarburos, las empresas multinacionales no se fueron del país, se quedaron porque con el simple 18 % sus negocios siguen siendo rentables.

El segundo compromiso del gobierno fue convocar a una nueva Constituyente para que por primera vez en la historia republicana de Bolivia la carta nacional sea aprobada con la participación de los pueblos indígenas y exprese plenamente sus derechos. Si desde 1825 hasta hoy la constitución sólo representa a una de las naciones bolivianas, el momento había llegado para que Bolivia sea definida como un Estado Multinacional en el que todas las naciones del país -aimara, quechua, guaraní y otras de la Amazonía- sean tomadas en cuenta y se respete sus derechos colectivos. En otras palabras, con una constitución nueva de ese tipo, terminaría el omnímodo poder de los “q’aras” (españoles y criollos) o calatos de la derecha boliviana que siempre tuvieron el poder.

Por estas dos grandes decisiones políticas la derecha boliviana quiere que el “indio” Evo Morales, ese “indio maldito” como lo llaman en Santa Cruz y en Tarija, pague su atrevimiento, sea echado de la presidencia y “se muera” si las circunstancias lo permiten. Hasta ese punto de fractura llegan el viejo racismo colonial y la política reaccionaria de la derecha sin medias tintas ni hipocresías.

Conviene recordar que a diferencia de todos los presidentes de América Latina en ejercicio de sus cargos Evo Morales ganó en primera vuelta con el 54 % de los votos. Esa es una mayoría sin atenuantes. Al convocar a la Constituyente, el MAS cometió el error de sobre valorar sus fuerzas y establecer que la nueva constitución sería aprobada por un 80 % % de los votos de la Asamblea y, luego, confirmada por un referéndum en todo el país. Nunca antes en la historia de Bolivia, alguna de sus 18 constituciones tuvo una participación indígena y una aprobación superior a 50 %. Hubiera sido suficiente que la regla fuese 50 % más uno de los votos para que sea la constitución más representativa de toda su historia. Ese pequeño gran error ha sido la tabla de salvación para que la derecha boliviana reflote tratando de bloquear la aprobación formal de la nueva Constitución y forzando una consulta popular para afirmar la “autonomía” de Santa Cruz.

Obligada por el éxito político de los pueblos indígenas, la derecha boliviana dejó atrás su viejo argumento de “una Bolivia” -la parte q’ara, blanca, o europea del país, su Bolivia- para hablar de la nación camba, en oposición a la nación aymara, admitiendo en los hechos que en Bolivia hay varias naciones y no sólo una. La revolución de 1952, destruyó el latifundismo en las tierras altas, acabando con los hacendados coloniales y con los siervos de hacienda, pero, al mismo tiempo, creó un nuevo latifundismo en el oriente al entregar grandes extensiones de tierras a los colonos que hoy son dueños de Santa Cruz y dicen pertenecer a una “nación camba”. Camba es el nombre de los colonos y habitantes de Santa Cruz, en el oriente, en oposición al Kolla o habitante andino[1]. Hace veinte años no se oía hablar de una “nación camba”; en otras palabras, la lógica parece haber sido la siguiente: “¿si los aimaras tienen una nación, por qué nosotros los cambas no tendríamos la nuestra?”. En Santa Cruz están los pozos de petróleo y en Tarija los pozos de gas, que son los recursos más importantes del país. Antes, la “rosca”, viejo nombre de la derecha boliviana, disfrutó de la plata, el estaño y otros minerales y las grandes haciendas. Cuando la mina maravillosa de Potosí agotó sus reservas después de más de cuatro siglos de explotación continua, los Andes ya no cuentan, sólo importan la Amazonía y Tarija para seguir disfrutando de la riqueza y del poder. Esos llamados “indios malditos” fueron importantes como obreros mineros, y ahora ya no los quieren y preferirían que se queden solos con sus lenguas, sus culturas, sus pobrezas y su capital, La Paz, que está a 3,600 metros de altura.

Un acontecimiento político que precipitó el repentino interés de la derecha de Santa Cruz por su autonomía y o división fue una nueva reforma agraria decretada por el gobierno de Evo Morales para expropiar las tierras sin uso de los latifundios en la Amazonía boliviana. Una vez más, se trata de defender sus intereses.

El concepto de autonomía está en el centro del debate político. Se puede tener autonomía dentro de un mismo Estado multinacional, tal como lo establece la nueva constitución boliviana y se puede reclamar autonomía como pretexto para dividir un Estado y crear otro, tal como quieren los cruceños que ya no se sienten bolivianos. Por ese camino, el concepto de autonomía sería sinónimo de división y si así fuera se trata de un contrasentido conceptual. Rubén Costas, el prefecto de Santa Cruz, dijo en la celebración de de la victoria, el domingo 4 de mayo:

“Hoy iniciamos el camino hacia una nueva República, hacia un moderno Estado que en principio se formará con los cuatro departamentos autónomos hasta convertir a Bolivia en el Estado unitario más representativo de toda América Latina…Con el voto se ha consolidado el inicio de la reforma estructural de mayor trascendencia en nuestra patria. Las urnas han dado su veredicto; los emisarios del mal no pudieron imponer su rencor y su odio. Hoy hemos logrado una página gloriosa en la memoria nacional para construir una patria nueva con responsabilidad, con unidad. Debemos felicitarnos por haber reafirmado nuestro compromiso con la democracia”, Citado por el periodista boliviano Alex Contreras en su artículo “Bolivia dividida” (ALAI, América Latina en Movimiento,05-05-2008).

Con el lenguaje de Bush este prefecto cree que Evo Morales y su gobierno son parte del “eje del mal”. Los ángeles del bien serían los rebeldes de Santa Cruz que anuncian una nueva república, guardando para sí el nombre de Bolivia, su Bolivia, y esperando que los pueblos andinos busquen otro nombre o se llamen algo así como Bolivia 2 o Bolivia kolla. Hace tres años, oí en Santa Cruz y en La Paz las primeras versiones sobre una posible división del país: los extremistas cambas decían que Brasil podría anexar Santa Cruz y Argentina recuperaría Tarija. No me parece políticamente serio creer que los gobiernos de Brasil y Argentina estén dispuestos a tal despropósito Tal vez, el objetivo mayor de la derecha boliviana sea sacar a Evo Morales de la presidencia antes que dividir el país. Hay, por su puesto, fracciones de derecha en La Paz, Cochabamba o Sucre que están en el centro del conflicto, del mismo modo que hay un pueblo en la media luna amazónica con firmes lazos de parentesco con los Kollas de las tierras altas. Ya sabemos que las fronteras y los territorios de los países no son definitivas, que se provoca guerras para cambiar los mapas y se asesina presidentes para despejar el camino de quienes se niegan a perder el poder que tienen o de quienes tratan de recuperar el poder que perdieron.

Este es el conflicto profundo que vive Bolivia: de un lado, una derecha -reaccionaria y racista hasta la médula- que quiere seguir disponiendo de la riqueza y del poder sin aceptar que los pueblos indígenas existen y tienen derechos que defender; del otro, un pueblo indígena y no indígena que reclama sus derechos y exige que Bolivia sea también su país. El germen de la división, sembrado desde la invasión española, se expande y multiplica. ¿Qué voluntad de diálogo puede haber si se afirma que los otros son parte del eje del mal? La unidad y el entendimiento dependen del respeto de los otros. En tiempos de graves fracturas sociales el respeto no tiene por donde aparecer.

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[1] Hay una doble lectura sobre la orientación de los brazos de la enorme estatua de Cristo que los católicos pusieron en Santa Cruz: “Collas, no tienen sitio aquí”, y, “Collas, pasen, bienvenidos”. El domingo pasado el arzobispo de la Paz votó por “la autonomía”.

(*) Rodrigo Montoya Rojas es antropólogo y profesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, de Lima. Perú. Tomado de http://alainet.org/

 

Devorar a Bolivia, objetivo de la Casa Blanca

Devorar a Bolivia, objetivo de la Casa Blanca
  Por Joaquín Rivery Tur (*) 
El gobierno de Evo Morales prácticamente no posee medios de difusión masiva para propagar las ideas que promueve y las medidas que emprende, pero se mantiene fuerte a pesar de los ataques incesantes de la derecha oligárquica y de la embajada de Estados Unidos en Bolivia. 
Periódicamente, la prensa del país recoge las diatribas de los derrotados políticos de los partidos tradicionales -aún con fuerza- y las denuncias gubernamentales de las intromisiones norteamericanas en los asuntos internos bolivianos. 
EEUU no desea de ninguna forma perder las enormes ventajas con que contaba en el territorio más pobre de América del Sur hasta el gobierno de Sánchez de Lozada. Washington ha hecho tarea priorizada en América Latina deshacerse del gobierno popular de Evo Morales y del Movimiento al Socialismo (MAS) y para ello maneja a su antojo a la oligarquía local, quizás una de las más retrógradas del continente y de las más sumisas a las orientaciones de la Casa Blanca. 
Aparte de la tendencia separatista que la embajada de la Unión alienta en los departamentos de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija, los servicios de espionaje estadounidenses han conspirado casi abiertamente con la derecha para derrocar a un gobierno electo, según las reglas que ellos mismos han establecido. 
Bolivia era, hasta el triunfo arrollador de Evo, un coto privado de las transnacionales norteñas. La misión diplomática que encabeza el conspirador Philip Goldberg emplea profusamente las llamadas organizaciones no gubernamentales y las autoridades de departamentos (provincias) enemigas del gobierno y de sus planes de acabar con la pobreza, la ignorancia y la insalubridad. 
Los dos ejemplos más recientes de la injerencia norteamericana acaban de salir a la luz. El primero de ellos es la ratificación de que el Comando de Operaciones Especiales (COPES), supuestamente boliviano, era en realidad un organismo de inteligencia con sostén financiero y tecnológico de USA, y por ello el ministro de Gobierno, Alfredo Lada, anunció su desmantelamiento.Resultaba tal el dominio que la superpotencia ejercía en Bolivia que se daba el lujo de mantener allí una agencia de inteligencia particular, cuyos informes iban directamente a la embajada y no al gobierno. Solamente se puede concluir que también conspiraba contra lo que Evo Morales y su equipo hacen a favor de las mayorías, de la redistribución de la riqueza y del rescate de recursos naturales. 
El segundo elemento de la andanada contra el proyecto político y social del MAS se suma a la estrategia del desmembramiento territorial promovido por la burguesía de Santa Cruz, pero en su variante de fusión con la ofensiva de Estados Unidos a favor de los tratados de libre comercio (TLC). 
Según las últimas informaciones, seis gobernadores de la derecha enviaron una carta a Washington, en la que abren la posibilidad de negociar un TLC con ese país, a pesar del rechazo a esa posibilidad por el presidente Morales. 
Si los enemigos políticos del MAS se lanzan a una carrera de tal magnitud, como anunció el prefecto (gobernador) de La Paz, José Luis Paredes, es porque cuentan con un plan separatista apoyado por la Casa Blanca. 
De otra forma sería inconcebible. Con estos intentos, Estados Unidos y sus aliados bolivianos están demostrando que la llamada Carta Democrática de la Organización de Estados Americanos es papel muerto. No admite posiciones contrarias a las aceptadas por el Departamento de Estado, aunque estén sustentadas en todos los principios de la democracia representativa, que tanto dicen defender. 
Paredes hizo un discurso amenazante con ínfulas de asustar. Si los norteamericanos -alegó- se tornan renuentes a extender las preferencias arancelarias otorgadas a Bolivia y Perú (vencen en febrero), armará una comisión de gobernadores y empresarios para negociar un TLC “más allá de la autorización del gobierno central”. 
El planteamiento deviene contrario a la Constitución, tanto a la antigua, a punto de perecer, como a la nueva ya aprobada por la Asamblea Constituyente. En la práctica se insiste en crear otro Estado. 
De todas formas, una cosa es proclamar una idea y otra materializarla, sobre todo con el enorme respaldo de indígenas, trabajadores y campesinos con que cuenta el gobierno de Evo Morales. 
EEUU ansía devorar a Bolivia, pero es difícil que las masas dejen perder su oportunidad con los brazos cruzados, pues nunca antes el presidente, ministros y altos funcionarios habían salido de sus filas, como ahora. Es de suponer que peleen para defender sus conquistas. 
(*) tomado de www.rebelion.org 

Bolivia promulga Ley de redistribución de tierras

Bolivia promulga Ley de redistribución de tierras

El presidente de Bolivia, Evo Morales, promulgará este jueves la Ley de Tierras que busca promover una redistribución equitativa entre campesinos y pueblos originarios, además de garantizar una mayor productividad y el cumplimiento de la función económica-social, según explicaron fuentes gubernamentales.

La Ley será presentada en un acto oficial en la localidad de Ucureña, en el departamento de Cochabamba (centro) en un acto encabezado por Evo Morales y con la presencia de  autoridades del Gobierno.

El ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, catalogó la Ley de Tierras como un importante avance en la reforma agraria en el marco de la política de tierras del Gobierno, y que "prioriza" la Función Económico Social (FES).

La histórica ceremonia es de vital importancia para Bolivia  luego de más de 500 años de explotación, según explicó la titular de Desarrollo Rural, Susana Rivero.

Dijo que la legislación "devolverá a los pueblos originarios el derecho de administrar sus suelos y los recursos naturales", además de promover una transformación integral que termine con el latifundio.

También tiene un alto contenido de género orientado a evitar la discriminación de la mujer en el acceso equitativo a la tierra.

Explicó Rivero que la norma ofrece el pleno respaldo a todos los sectores productivos del área agropecuaria e incluye a los grupos rurales, históricamente excluidos, por lo que desestimó cualquier intento gubernamental, de perjudicar las inversiones privadas.

El director nacional de Tierras, Cliver Rojas aseguró que la reforma es una acto de justicia a favor de los campesinos e indígenas y señaló que el único sector que tiene que temer con la aplicación de esta norma es el ocioso, porque el Gobierno le ofrece el pleno respaldo a los sectores productivos agropecuarios para que incrementen sus inversiones e incluso el Estado puede colaborar subvencionándolos para que se hagan más eficientes.

De acuerdo con estadísticas oficiales, el Gobierno del presidente Morales ha entregado títulos de propiedad de más de cinco millones 200 mil hectáreas, en poco más de año y medio de gestión.

Este resultado forma parte del proceso de saneamiento de las parcelas fiscales donde se verifica si las áreas cumplen una función económico-social. 

(*) Tomado de Telesur

Bolivia es ejemplo de cambio social (*)

Bolivia es ejemplo de cambio social  (*)

El relator especial sobre el derecho a la alimentación de Naciones Unidas, Jean Ziegler, aseveró que Bolivia es un ejemplo de país donde las transformaciones sociales favorecen a todos por igual.

Luego de casi una semana en La Paz para constatar los avances alcanzados en ese aspecto, el experto explicó a Prensa Latina que los programas de salud y de educación, que cuentan con la cooperación de Cuba, son muestra del cambio que encabeza el presidente Evo Morales, señala Prensa latina.

Los servicios médicos gratuitos, el programa Desnutrición Cero y la campaña nacional para alfabetizar a un millón 200 mil personas, se corresponden con Objetivos del Milenio señalados por Naciones Unidas, de los cuales otros gobiernos están muy lejos todavía, afirmó.

Según el funcionario, la comunidad internacional debería aprender de los avances en democracia en Bolivia, entre ellos la nacionalización de los hidrocarburos, "una decisión ejemplar", opinó.

Interpelado sobre su encuentro con el jefe de Estado, afirmó sentir admiración por el liderazgo indiscutible que tiene en su pueblo el primer presidente indígena.

El Alto Comisionado respaldó además la aspiración boliviana a ingresar al Consejo Permanente de Derechos Humanos en Ginebra, en reconocimiento a su labor en la materia.

(*) tomado de Prensa Latina